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jueves, 25 de diciembre de 2014

Reseña: Las Dos Torres (El Señor de los Anillos #2)

  • Título original: The Two Towers
  • N°de páginas: 480
    Editorial: MINOTAURO
    ISBN: 9788445075746
  • Género: Fantasía

—Y la tempestad de Mordor nos viene pisando los talones— dijo Gandalf—.La noche será siniestra.

(Si aún no leíste mi reseña de la primera parte de esta trilogía, puedes dar clic aquí y hacerlo. Es gratis.)

Cuando se intenta llegar de un lugar a otro es preciso saber cómo cruzar y qué se empleará, puesto que un movimiento en falso y el resto de nuestra travesía será historia.

Es justamente esto lo que viene representando El Señor de los Anillos: Las Dos Torres.

El inicio de esta segunda entrega no es más que el desenlace de la batalla entre los orcos de Isengard Boromir, hijo de Dénethor y uno de los hombres miembros de la Comunidad del Anillo; la disputa deja como saldo una muerte que será el detonante de las actitudes más sabias y heroicas por las que seremos parte del crecimiento de Merry Pipin, puesto que atravesarán solos un calvario de situaciones que desembocarán en la presentación del sabio Ent conocido como Bárbol, y con otro ser que, debido a circunstancias del primer libro, toda la Comunidad da por perdido.

Harán aparición también los pobladores de Rohan, seres altos, con cabellos claros como el día y con el temple justo para ser la esperanza de quienes daban la Tierra Media como posesión del Señor Oscuro, su rey, Théoden vive envuelto entre la  ponzoña y rencor que destilan las mentiras de su acompañante, Lengua de Serpiente, manteniéndose lejos mentalmente de la guerra que ha matado a su único hijo y que amenaza con llegar a sus tierras.
Así se encamina al lector hasta el conocimiento de la Dama Éowyn y su hermano, Éomer, personajes que serán bastión de confianza y fortaleza durante la primera parte del libro.

El objeto del título de esta entrega es un tanto confuso aun para los estudiosos de la mitología de Tolkien, esto debido a la división del arco narrativo en dos partes, la primera siguiendo a los miembros de la desaparecida Comunidad del Anillo que culminará en una batalla en Isengard, nación de Saruman, mientras que la segunda parte relata únicamente la travesía de Frodo, Sam y la criatura Gollum, adentrándose a Minas Morgul, en busca de la entrada secreta a Mordor y así destruir finalmente el Anillo de Poder, por lo que se pudiera entender a las dos torres del título como Orthanc (Isengard) y la cúspide de Cirtih Ungol (Minas Morgul), sin embargo se mencionaría a Barad-dûr, fortaleza del Señor Oscuro en Mordor, así como también a la ciudad blanca de Minas Tirith y su torre. Por esto, muchos lectores nos vemos en la obligación de detallar aparte las referencias hechas a cada una y, créanme, no resulta nada sencillo unificar los datos al terminar el libro, así que otros lectores menos obsesivos simplemente lo dejan pasar, opción que recomiendo mucho más que la primera.

No pretendo jugármelas de sabio y hacer un análisis detallado de las metáforas y analogías de las que me pude percatar mientas leía, porque, vamos, sería como una cucaracha queriendo ser superhéroe, así que me limitaré a hablar desde el deleite personal.

Es natural que este libro sea un poco más difícil de leer que el anterior, puesto que no fue concebido como un puente entre la introducción y el desenlace de una historia, sino que era la parte descriptiva de una novela fantástica que tendría más de mil páginas de extensión y, por tal motivo, tuvo que ser dividida en pos de la cordura (y liquidez financiera) del lector.

Siendo Tolkien el autor detallista y absurdamente creativo que era, no es sorpresa encontrarse con el crecimiento abismal de varios de sus personajes, especialmente Sam, aquel jardinero que mira a su señor Frodo como si el sol saliera de sus ojos; Sam, el acompañante perfecto no porque cocine o tenga actitud servil incluso cuando tiene ganas de patear cosas, sino porque es un hobbit de pura cepa, más allá de lo que le hayan metido en la cabeza sobre las normas de su gente, él las acomoda buscando el beneficio de su amigo más querido, lo que le llevará varias veces a poner a prueba su ingenio y a descubrir que está hecho de una pasta más dura de lo que él mismo se imagina.
Escenas como el encuentro primero con Gollum, su viaje junto a los hombres de Faramir y, la mejor de todas, su lucha por la vida de Frodo en el antro de Ella Araña. Si no se forjó un héroe a través de todo eso, bien puedo comerme un zapato.

Frodo es insípido hasta el punto de causarme dolor de estómago, y Gollum es un entretenimiento excelente para esos momentos en los que la prosa sigue al Portador del Anillo sin más chiste que los sus comentarios quejumbrosos. Sin embargo, no me atrevo a desmerecer el carácter de este personaje porque me planteo el hecho de que estaba allí por accidente, cargando algo que pesaba más a nivel de espíritu que en el sentido puramente físico. Sam lo confirma unas páginas antes del final de este tomo y desde eso yo no puedo culparlo por ser como era.

En cuanto a los otros protagonistas, Gimli  es el toque de humor y ligereza que la narración necesita en muchas ocasiones. La lucha entre los dos magos blancos en la fortaleza de Orthanc fue de mis favoritos, al igual que todo el capítulo de Bárbol. La canción de los Ents es simplemente una pieza de arte.

Me llevé una decepción con la gente de Rohan, esperaba más gallardía, pero debo admitir con pesar y un poco de vergüenza que la culpa de mis expectativas tan elevadas la tiene la adaptación cinematográfica, Peter Jackson es un genio y yo me dejé manipular como cualquier mente joven. Pero no todo es malo con la gente de los caballos, Éomer es un líder nato, compañero excelente para Aragorn y Legolas, especialmente durante la batalla en el Abismo de Helm.

El desarrollo de la historia en general es lento, descrito con gran meticulosidad y trazando un mapa al rededor de nuestra imaginación, sin cercarla, pero tampoco dejándole vagar hasta la pérdida.
La destreza descriptiva de Tolkien es loable, aunque sentí que podía ser obviada en algunas escenas, como la plática de los Uruk Ai y el grupo de Orcos que hallan a Frodo en Minas Morgul.

Mi idea final de este libro es que se torna pesado en algunas páginas, no por intención del autor, sino más bien por el error de concepto que desembocó la división de la historia en tres partes, además de que este volumen se dedica a narrar un viaje (largo) en ambas partes. Un viaje no siempre lleva pasajes de acción desenfrenada o de una comicidad incalculable, al contrario, es tedioso y desesperante, emociones que el lector debiera sentir para comprender así a Pipin o al mismo Sam. 

Dejo hasta aquí mi reseña ya de por sí bastante larga, esperando que no tenga el efecto Tolkien en ustedes y puedan llegar al final de la misma sin hacer una pausa para descansar la mente.

Nos leemos en la reseña de El Retorno del Rey, ¡hasta pronto!



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