Título Original: The return of the king
Autor: J.R.R. Tolkien
Editorial: minotauro
ISBN:9789505471645
N° de páginas: 604
"Para que haya guerra, señor Mayoral, basta con un enemigo, no dos—respondió Éowyn—. Y aun aquellos que no tienen espada pueden morir bajo una espada. ¿Querríais acaso que la gente de Gondor juntara sólo hierbas, mientras el Señor Oscuro junta ejércitos? Y no siempre lo bueno es estar curado del cuerpo. Ni tampoco es siempre lo malo morir en la batalla, aun con grandes sufrimientos. Si me fuera permitido, en esta hora oscura yo no vacilaría en elegir lo segundo."
Es por esta clase de textos que Tolkien es el padre de la Fantasía Heroica moderna.
El retorno del rey es la tercera y última parte de la trilogía (forzada) del escritor J.R.R. Tolkien, profesor universitario que representa un pilar de cita obligatoria para quienes alguna vez hemos aspirado siquiera escribir al menos un relato del género.
La historia, que continúa el camino de Frodo, Sam y Gollum hasta Mordor con la finalidad de terminar la existencia del Anillo, ahora se ve enriquecida con la aparición de nuevos personajes que intervienen en la consecución de los territorios de Gondor pertenecientes a Aragorn, hijo de Arathorn quien hará uso de muchos recursos y luego de enfrentarse a innumerables retos que probarán su carácter y sabiduría, tendrá la oportunidad de retornar a Minas Tirith como su rey.
Al contrario de lo que sucede en Las Dos Torres (libro que ya reseñé y podéis encontrar aquí), la historia ya no está enfocada en ubicar al lector entre la vasta y enrevesada Tierra Media, así como tampoco busca relatarnos el peregrinaje de Frodo ni presenta al orgulloso linaje de Rohan; este es el libro magistral de la saga, aquel que se espera con ansias y deja un sabor de boca tan agradable que resulta imposible no engancharse con la lectura una vez que se inicia.
He analizado con anterioridad la prosa del profesor Tolkien y basta decir que es, comprendiendo el contexto sociocultural, uso lingüístico y estilo personal, bastante fluido, rebosante de elegancia e inventiva, desenvuelto a la hora de dar vida propia a cada uno de sus personajes, creando en quien los lee la capacidad inmediata de identificación con varios rasgos caracterológicos de los mismos, como ocurre en mi caso con Éowyn.
Es esta mujer, es precisamente su historia la que capta mi interés de forma extraordinaria, puesto que, y debo repetirme al contextualizar la obra, resulta elocuente que sea incluida con un rol de importancia media, con textos concretos, razonables y tan pertinentes. El alma de una mujer guerrera, valiente y en extremo fuerte, forjada en el campo de batalla, entre reyes y soldados, quien luchó incluso contra la voluntad de su tío y hermano para así presentarse a defender a su pueblo, a los niños y ancianos que habían muerto a manos del ejército de Saruman. Esa mujer que incluso herida de muerte mantuvo la entereza y se dejó guiar en época necesaria por la cordialidad y la paciencia noble de otro gran guerrero; Faramir, *Inicio de Spoiler* hermano del fallecido Boromir e hijo menor del actual Senescal de Minas Tirith.
Faramir es, a mi parecer, uno de los personajes mejor escritos por el profesor. Es sabio, prudente, bondadoso y decidido, pero con un corazón tan parecido al del más jovial de los hobbits de la Comarca. Aquel hijo que llega al borde de la muerte a casa y se encuentra con un padre trastornado que no hace más que dedicarle miradas de reproche por el deshonor de volver con vida. *Fin de Spoiler*
Faramir representa al soldado justo y razonable, que prefiere la muerte antes que causar la deshonrosa tristeza de su familia.
No quiero ser más fanática de lo que permite el decoro, así que me limitaré a partir de ahora, puesto que ya derramé suficientes rosas en mis dos personajes favoritos de la trilogía a la obra en general. No me arrepiento de nada.
Las batallas, así como los diálogos entre golpe y golpe, las apariciones sorpresa, los arrepentimientos, las promesas cumplidas, los actos heroicos, las intervenciones no premeditadas pero agradecidas y el millón de movimientos equivocados que, de manera afortunada, llevaron a la conclusión de la historia no solo muestran la pericia y el producto de más de 10 años dedicados a la creación de un universo literario tan sólido, sino que sientan un precedente sobre el que se basarían muchos escritores para construir los andamios para sus propios mundos fantásticos, mágicos, ficticios, distópicos y así mucho más.
El retorno del rey es intenso, envolvente, asfixiante, emotivo, doloroso y admirable mientras se lo lee y nostálgico con sabor dulce al abrirlo luego de un año y, guiado por uno de los más de 20 señaladores neon que adornan pecaminosamente sus páginas, descubrir que, a pesar de haberlo leído, no fue leído lo suficiente. Porque logra arrastrarte de un párrafo marcado, a la lectura imprevista de tres de sus páginas y te hace errar entre textos, uno más atractivo que otro.
Y así es como descubro en Gandalf un vaticinio. Tenía razón:
No todo lo que anda errante está perdido.
Gracias, Profesor.
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