Todos los tenemos.
Dígase por culpa de Dios, la Selección Natural, el Diseño Inteligente, etc., al final, el ser humano termina orientando sus actividades al gregarismo.
Desde hace muchos siglos atrás, el hombre se traslada por grupos, comunidades en las que hay un líder, se comparten intereses y las habilidades de unos son puestas al servicio del colectivo, situación que aún se manifiesta en la actualidad.
De este grupo de personas conocidas que nos rodea, siempre existe alguien con el que tenemos más afinidad, y entonces decidimos que esa persona debe entrar a un círculo más íntimo que los otros.
Ese alguien debe tener un apelativo que no sea su nombre, pues la gente debe distinguir a "Juan" de "Juan, el que es más cercano a mí", así es como el término amigo llega a conceptualizarse.
Esta entrada no pretende ser una cátedra de Lenguas Muertas, ni yo me doy ínfulas de Lingüista, pero me parecía interesante compartir esta información sobre la palabra amigo.
Su etimología, según se mire, puede provenir, tanto del latín amicus, que probablemente derive del verbo amare (amar), como de la mezcla del término animi (alma) con custos (custodia).
Para los románticos será hermoso considerar que un amigo es "el custodio del alma", situación que haría correr a los sujetos más racionales y reservados.
Me inclino a elegir la primera opción, no solo porque representa menos dependencia emocional, sino que es mucho más profundo de lo que podría pensarse.
Vivimos en una época en la que es muy común encontrar la vida privada de conocidos publicada en las diversas redes sociales, y así es como la calidad y el valor de la categoría amigo se difumina.
Muchos de estos sitios web etiquetan a los contactos como "amigo" y yo no puedo hacer otra cosa que refunfuñar.
Un click no te hace amigo de nadie.
Durante la Revolución Industrial surgieron gran cantidad de inventos que favorecían la comunicación, el teléfono, por ejemplo, rompió la barrera de la distancia infinidad de veces, y la correspondencia, práctica más antigua, forjaba amistades tan sólidas que ni siquiera un océano podía diluir.
Es deprimente pensar que en muchos casos actuales, un mensaje de texto enviado en dos segundos pueda acabar con una relación amistosa que llevaba más de dos años.
Pero no todo es malo, obviamente aún hay posibilidades de formar parte del pequeño pelotón de "amigos reales" que hay por el mundo.
Únicamente hace falta aprender a construirla.
El gran poeta dandi, Lord Byron, sabiamente escribiría "La Amistad es el Amor, pero sin sus alas" y yo no podría estar más de acuerdo.
Así como a la mayoría de personas le preocupa que una relación amorosa esté bien cimentada, deberían tener en cuenta que esto aplica también para la amistad.
La plática con ese ser humano cercano es la que va creando vínculos certeros, que deben identificarse como fortalezas y ser guardados en un lugar fresco y seco, para evitar podredumbre.
Las pretensiones, excesos de confianza, envidia, egocentrismo, entre otras tantas cosas, son el moho que despedaza hasta la más férrea voluntad de continuar al lado de alguien.
No existe una cura para ninguna de ellas porque, vamos, somos seres humanos, sin embargo es posible mantenerlas a raya a base de un tónico: La Sinceridad.
Hablar abiertamente con el amigo es esencial. No solo contarle tus proezas o estar en momentos buenos, al contrario, contar miedos y sentimientos negativos que se puedan presentar en momentos cruciales del vínculo.
No esperar que desaparezcan, porque la mancha de chocolate en el cuello de la camisa no se va sola nunca.
Y si el daño es irreparable, pues hay que intentar empezar de cero, o, aunque duela, distanciarse.
Si un individuo se va de tu lado significa que ninguno de los dos se valoró lo suficiente, o que simplemente no había nada más que compartir.
En el planeta todos somos diversos, venimos de un entorno variado, con principios y formas de afecto dispares.
En muchos casos es ese factor el causante de la pérdida de una amistad.
No todas las personas están en capacidad de entender que Amistad no es sinónimo de manipulación o hipocresía es manejar una relación de una manera "asertiva y civilizada". Como lo mencioné antes, la sinceridad aplica en toda clase de vinculación interpersonal, y es muy valorada en los sectores sanos de la sociedad.
Lo que debemos entender es por más buenas intenciones que se tenga para con las personas, si es alguien que no sabe hacer otra cosa que no sea vanagloriarse y centralizar el mundo hacia él, no habrá amistad en lo absoluto.
Se trata de compartir, no de entrega sumisa ni de arrebatos despóticos.
Seamos conscientes de que la amistad perfecta, así como los matrimonios absolutamente felices, los Siete Enanos o Campanita, es un cuento.
Todo se maneja mediante voluntad, tolerancia ( no resignación) y mente abierta.
No se puede salvar la nave cuando ha naufragado, pero puede prevenirse el desastre siendo certero al momento de actuar.
Una entrada bastante filosófica para mi estilo, pero necesaria porque los defensores de la verdadera amistad nos lo merecemos, no porque seamos mejores que otros, sino porque nos sabemos imperfectos, pero no dejamos que eso nos detenga al momento de decir: "Hey, te quiero, amigo".
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